PALABRAS DEL HIGINIO MUÑOZ GARCIA EN LA UNAM.
Finado (1985-2010)
EN LA INAUGURACIÓN DEL CURSO ESCOLAR ESCOLAR 2011-2012.
Auditorio Alberto Barajas Celis
Febrero 15 de 2010
Muy buenos días tengan todos ustedes. Señora directora en turno de la Facultad
de Ciencias, la Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez, muchas gracias por estar
presidiendo, junto con un grupo de universitarios, esta ceremonia. Muchas
gracias a la señora presidenta del Patronato Universitario por estar
engalanando con su presencia esta ceremonia.
Muy
apreciado secretario administrativo Lic. Aureliano Morales Vargas, investigador
emérita de nuestra Universidad, y Lic. Alma Rosa Jiménez Chávez, Secretaria de Comunicación y Divulgación de la Ciencia de nuestra Facultad.
A los muy apreciadas Atzelbi y Citlalli, alumnas de la Facultad de Ciencias, y Adrian, alumno de la Facultad de Ingenieria asi como a Jose Juan de la Facultad de Economia, gracias por estar, gracias por el mensaje, gracias por transmitir el orgullo de ser universitario; muchas gracias, además, por compartirnos sus reflexiones sobre el ser de la Universidad.
Señoras, señores integrantes de la Junta de Gobierno, señor Rector Dr. Jose Narro Robles de la Maxima casa de estudios, señoras y señores directores de facultades,
escuelas, planteles, institutos y centros de nuestra Universidad, muy estimados
secretarios generales de nuestros sindicatos del AAPAUNAM y del STUNAM, muchas
gracias por hacerse presentes con la representación que tienen, y gracias por
la tarea cotidiana.
Muchísimas
gracias a los integrantes de la comunidad universitaria, a directivos y a
profesores que el día de hoy se hacen presentes.
De manera
muy especial, muchas gracias a los estudiantes de nuestra Universidad. Lo he
dicho y lo reitero, son ustedes la razón, el objetivo fundamental de nuestra
casa de estudios; a los chicos de los cursos de ingreso, bienvenidos a nuestra
Universidad; a los que ya han cursado algunos cursos con nosotros y ahora están
en la máxima casa de estudios con nosotros, bienvenidos al nuevo ciclo que hoy
se inicia.
Muchas
gracias a los señores trabajadores y a quienes representan a los medios de
comunicación por estar presentes con nosotros.
Voy a
tomar sólo algunos momentos para hacer algunas reflexiones sobre el sentido de
nuestra casa de estudios, sobre la razón de esta sesión de inauguración de
cursos, sobre lo que representa, para muchos de nosotros, la Universidad y la
comunidad universitaria.
¿A qué
venimos el día de hoy? Diría que a muchas cosas, pero tres de ellas me resultan
fundamentales.
Primero,
dar la bienvenida a nuestros estudiantes de nuevo ingreso, dar la bienvenida a
los chicos que tomaran un curso para ingresar a la UNAM con el Comité Estudiantil
Metropolitano, dar la bienvenida a jóvenes y casi niños que a los 12 años se
incorporan a nuestro plantel número 2 en el Programa de Iniciación
Universitaria y que se encuentran con nosotros. Dar la bienvenida a los
estudiantes de nuestros dos grandes sistemas del bachillerato: la Escuela
Nacional Preparatoria y el Colegio de Ciencias y Humanidades. Y dar la
bienvenida a los estudiantes de la licenciatura que en 23 de nuestros planteles
se forman en más de 90 disciplinas; dar la bienvenida a los estudiantes del
posgrado que en numerosos programas de maestría, doctorado y especialización
también están presentes
Segundo,
dar inicio formalmente a un nuevo ciclo en la vida escolar, académica de
nuestra Universidad. Y finalmente, compartir con ustedes el orgullo
universitario, compartir entre todos este sentido de la Universidad.
Y
permítanme, alrededor de nuestra casa de estudios, hablar de tres elementos, y
voy a empezar por hablar de lo que sólo habrá de reiterar lo que se ha dicho
con mucha puntualidad por quienes estuvieron antes frente al micrófono y por lo
que se señaló en el propio video que hemos presenciado: el tamaño, lo grande
que es la Universidad, pero sobre todo, la grandeza que contiene nuestra casa.
Cómo no
va a ser grande una institución que tiene casi 380 mil integrantes. La nuestra
es grande por el tamaño, más de 315 mil alumnos, más de 36 mil académicos y el
resto, trabajadores administrativos, de base y de confianza, cerca de 30 mil de
ellos.
En este
ciclo escolar, como les recordaba, recibimos a cerca de 85 mil estudiantes de
nuevo ingreso en nuestra casa de estudios, en todos sus niveles. Esa sola
cantidad es más grande que muchas, que la mayoría de las universidades de
nuestro país y de muchas, muchas otras áreas.
Cómo no
se va a hacer grande una institución que tiene la infraestructura con la que
cuenta la nuestra, sus instalaciones en la mayor parte de las entidades
federativas del país, sus espacios extraordinarios para la docencia, para la
investigación y para la difusión de la cultura.
Cómo no
va a ser una universidad muy grande si por aquí han pasado, a lo largo del
siglo XX y en lo que va del presente, millones de alumnos y estudiantes, en
todos sus niveles.
Pero el
asunto del tamaño no necesariamente refleja la grandeza de la Universidad y la
nuestra, lo hemos dicho mucho y de muy diversas formas, la nuestra es una
institución que tiene una singular, una extraordinaria grandeza para el país y
para el orgullo de nuestra propia comunidad.
Ahí está
su trayectoria, ahí están los años de vida que le han acompañado y el
compromiso que, a lo largo de todos estos años, ha mostrado para con nuestro
país, y tomemos las fechas que se quieran, tomemos la de nuestras raíces, la de
la fundación de la entonces Real Universidad de México, establecida por cédula
real en 1551 y con funcionamiento a partir de 1553, dos años mas tarde. Hace
casi 460 años se dio esa fundación formal de una gran institución.
Y hace
más de 100, como aquí se nos recordaba, adquirió su carácter moderno, su
carácter de Universidad Nacional, su carácter de universidad de todos los
mexicanos.
La
nuestra, a juzgar por los argumentos que se quieran, las mujeres y los hombres
que se han formado en la institución, los extraordinarios ejemplos de
aportaciones al estudio y a la solución de los problemas del país, el cultivo
de una enorme variedad de campos del conocimiento del saber y del quehacer artístico,
tecnológico y cultural del ser humano, serían sólo eso, muestras muy claras de
la grandeza que tiene la Universidad Nacional Autónoma de México.
Dos
asuntos más configuran parte de esta explicación, jóvenes universitarios. Por
una parte, los valores que se defienden en nuestra Universidad y los principios
bajo los cuales se norma su quehacer y que explican, en buena parte, su
grandeza.
Y ha
habido referencia: el carácter público, irrenunciablemente público, de una
institución como la nuestra. El carácter igualmente irrenunciable de
institución autónoma y de casa de todos los mexicanos en donde, en efecto, no
hay razones económicas, sociales, culturales o de ninguna otra naturaleza,
salvo las estrictamente académicas, para dar a uno la posibilidad de pertenecer
a esta casa de estudios.
En
nuestra Universidad defendemos, en efecto, principios que nos resultan también
fundamentales. Para los universitarios, la libertad es la base de todo su
quehacer. No se puede entender a nuestra casa de estudios sin esa libertad para
pensar, para decir, para enseñar, para investigar, para difundir el saber y el
quehacer de los seres humanos en la cultura nacional y también en la universal.
Defendemos,
junto a esa libertad, el régimen democrático que se ha gestado en nuestro país:
la pluralidad, el uso de la razón, la tolerancia, la justicia, la verdad y la
belleza que forman parte de estos principios bajo los cuales los universitarios
desarrollan su trabajo.
Junto a
ellos, junto a todo esto, un elemento tangible, concreto para la sociedad
mexicana que representa la grandeza de nuestra casa de estudios, tiene que ver
con la formación de esos cientos de miles, esos millones de mexicanos, de
mexicanas, que han pasado por sus aulas y por sus espacios.
Ahí, entre
los científicos y los humanistas más destacados del país, ahí junto a los que
han producido arte y cultura en todas sus expresiones, ahí junto a todos ellos,
están los profesionales que, de manera callada, sistemática y modesta, pero en
cada sitio del país, han dejado una huella importante.
Ahí están
los profesionales formados con una enorme capacidad técnico-científica y
humanística, pero, sobre todo, con una gran vocación y compromiso de servicio
para con la sociedad.
Muchos,
por distintas razones, no han podido concluir su formación con nosotros y, sin
embargo, podemos asegurar que todos aquellos que se han acercado a la
Universidad, que han pasado por sus aulas y sus programas, son mejores
ciudadanos que aquellos que no han tenido esa oportunidad.
En estos
elementos, y en muchos otros, en datos duros que uno pudiera ofrecer, se
encuentra esa grandeza universitaria que nos hace sentir a todos profundamente
orgullosos.
Quiero
aprovechar esta ceremonia, sencilla pero muy significativa, para hacer un reconocimiento
a quienes configuran otra parte del binomio de la docencia: a sus profesores,
aquí representados por universitarios destacados, por quienes, como nuestra
investigadora emérita, a lo largo de toda una vida de servicio, han contribuido
a formar generaciones y a incrementar el conocimiento.
Quiero,
en especial, decir a los directores de facultades, escuelas y planteles que
están aquí presentes, en nombre de la Universidad, gracias, porque sé el
esfuerzo que ha representado tener el mayor número de espacios para recibir a
los estudiantes.
La
Universidad, como siempre, pero de manera excepcional en esta ocasión, ha
recibido a muchas decenas de miles de estudiantes. Ahí están los datos que ya
hemos señalado.
Gracias a
los directores; porque lo fui, sé lo que representa el esfuerzo de abrir un
solo espacio adicional, y en el caso de muchos de ustedes no estamos hablando
de unidades, sino de decenas o, incluso, de cientos. Gracias por este esfuerzo,
en nombre de la Universidad.
Gracias,
por supuesto, a todos los trabajadores, a los que desde la actividad académica
universitaria o desde las tareas más sencillas de orden administrativo,
contribuyen sistemáticamente a incrementar el orgullo de la Universidad, el
orgullo en México por su Universidad.
A los
cuerpos colegiados, una mención muy particular. Gracias a la Junta de Gobierno,
al Consejo Universitario, al Patronato de nuestra Universidad, a las comisiones
y grupos que articulan la vida cotidiana y el gobierno de nuestra Universidad.
Sin nuestros cuerpos colegiados la Universidad no sería la misma. Gracias, de
verdad, por lo que se hace también de manera sistemática.
Quiero
terminar con dos reflexiones adicionales. La primera, expresando una vez más el
compromiso de nuestra casa de estudios con México, con México y sus mejores
causas, con México y sus problemas, con México y los asuntos que le resultan
esenciales.
Ésa ha
sido la historia a lo largo del siglo XX; ésa ha sido la historia a lo largo de
estos primeros años del siglo XXI, y así deberá seguir.
Ése es el
gran compromiso de una casa de cultura como la nuestra, del gran y el mejor
proyecto de la cultura de nuestro país; como lo anticipó don Justo Sierra, y
ésa tiene que seguir siendo la gran consigna de los universitarios que hoy
ingresan a nuestra institución: servir a México desde la perspectiva de la
academia, del saber, de la razón y de la cultura.
Termino
reiterándoles a nuestros jóvenes estudiantes, a los nuevos alumnos de nuestra
Universidad, una felicitación. Como pudimos verlo en los dos representantes que
hicieron uso de la palabra, hablando por los alumnos, de Selene y de Guillermo,
llegar al día de hoy, a donde ustedes han llegado, no ha resultado, para nada,
sencillo.
Aprovechen
la enorme oportunidad que ustedes, con su esfuerzo, con su trabajo, se han
ganado; aprovechen esta oportunidad que México y su familia les ayudan a tener;
fórmense como grandes universitarios; siéntanse con la gran responsabilidad de
estudiar, de prepararse, de adquirir mayor conciencia y también de hacerlo en
un ambiente divertido, en un ambiente donde la cultura, el deporte y las
actividades de recreación les pueden dar a ustedes muchas razones de felicidad.
Háganlo
como lo han hecho otras generaciones, sigan el ejemplo de los mejores, tomen lo
mejor de esta casa de estudios, que tiene mucho que ofrecerle y darles y, al
final, entiendan, comprendan que si bien les ha resultado extraordinariamente
difícil ingresar a la Universidad, salir de ella será imposible.
Por eso,
tomen el compromiso de lo mejor de esta casa de estudios, ustedes son hoy, y
para siempre, universitarios. Bienvenidos. Muchas gracias.
"Por mi raza hablará el espíritu"
"Enseñar no se trata de trasmitir conocimientos, sino de crear las posibilidades para su propia construcción y reproducción"
Paulo Freire.